Me encuentro en la semana ocho de gestación, hace apenas unos días que me visité en el ginecólogo privado para confirmar el embarazo, ver el embrión y escuchar su latido, todo estaba bien, su corazoncito se escuchaba con fuerza.
Pasados unos días y volviendo a la semana ocho, una tarde mientras estaba en casa con los peques empecé a encontrarme mal, aquella tarde me sentía más cansada de lo normal, eran las primeras semanas de embarazo y estaba prácticamente todo el día con sueño y cansancio, pero algo raro notaba en mi cuerpo. Estaba más irritada, y empecé a sentir un dolor muy fuerte en la barriga, ganas constantes de hacer pipí, y pinchazos en la zona de los ovarios y vagina que iba aumentando. Me asusté, esa sensación al menos las veces que yo las había sentido era comparable a un principio de parto, así habían empezado mis contracciones en aborto o partos anteriores.
A todo esto se le suma que justo por esos días pasamos un problema familiar bastante importante del que ya os comenté algo anteriormente, fue entonces cuando decidí cerrar mi cuenta de Instagram durante un mes aproximadamente. Todo se me venía encima, estaba cansada, sin ánimo, triste, con los peques a cuestas, replanteándome muchas cosas y ahora se complicaba el embarazo.
Volviendo a aquella tarde, recuerdo que estaba en el cuarto de baño, era la cuarta o quita vez seguida que iba con la sensación de orinar, me senté en el váter y pude hacer poco más de un chorrito, justo me limpié y vi que tenía sangre, me miré y pensé, ¡no puede ser! El miedo se apoderó de mí, todo ese malestar que sentía era consecuencia de esto. Me limpié en varias ocasiones y seguía manchando, era sangre "viva", muy roja y consistente, por lo que no era un pequeño manchado o "suciedad". Me levanté, estaba muy nerviosa, no sabía que hacer... En ese momento el dolor se quedó en segundo plano, intenté relajarme pensando que sería algo normal, ¿algún resto del periodo? no, no podía ser eso, me respondía mientras iba de vuelta al váter, me siento, intento orinar de nuevo, sale poco más de unas gotas, me limpio y otra vez sangre. Ahora si, empiezo a ponerme nerviosa, y me entran los mil miedos, me puse en lo peor. Es lo que tiene cuando ya has vivo anteriormente un aborto o susto similar, que más o menos ya sabes por donde pueden ir los tiros.
Llamé a mi marido, le dije como me encontraba y que estaba teniendo perdidas, a los pocos minutos estaba en casa. Nos fuimos derechos al hospital, ese maldito hospital que cada vez que entraba sola por urgencias a la zona de ginecóloga algo malo pasaba. Era ultima hora de la tarde, Toni estaba con los dos niños esperando, aun que hubiésemos ido sin ellos no lo hubieran dejado entrar como en todas las ocasiones anteriores, así que entré sola a pesar del temor que le tengo.
Una vez dentro me preguntan de cuantas semanas estoy, que me ocurre y me piden que me quite la ropa de cintura para abajo y me tumbe en la camilla. Empiezan la exploración con un tacto, un tacto largo y doloroso (ellas en su línea, no aprenden), después me meten el espéculo y observan que tengo restos de sangre. Por último me hacen una ecografía vaginal donde se ve todo correcto en cuanto al bebé se refiere, y puedo ver y escuchar su corazoncito.
Finalmente me dicen que tengo que mantener reposo absoluto, tengo embarazo de riesgo y necesitaré control en los próximos días por mí medico privado. Me comentan que puedo seguir sangrando en las próximas horas o incluso días. Si el sangrado persiste o es tan abundante como una regla y siento fuerte dolor, tendría que volver a urgencias.
Fue complicado pasar aquellos días en absoluto reposo, la verdad es que absoluto fue imposible con dos niños y uno del cual aún dependía de lactancia materna, pero pasamos esos días como pudimos y todo volvió a la normalidad tras casi dos semanas.
Muchas gracias por leerme.
¡Hasta la próxima! 💛
Comentarios
Publicar un comentario